Señor
Hugo Chávez Frias
Presidente de la República Bolivariana de Venezuela
Caracas
Estimado Presidente:
En los últimos meses quise hacerle llegar un ejemplar de mi último libro "Salvador Allende, ¿sueño o proyecto?", publicado en Chile por Editorial LOM. Se trata de una obra breve en la que intento decantar mis puntos de vista, expresados en los últimos cuarenta años, sobre el proyecto que encabezó en Chile Salvador Allende y que la izquierda chilena hizo suyo. He querido también que el texto sea accesible no sólo a especialistas sino al ciudadano corriente y, en especial, a los más jóvenes.
Soy un allendista de viejo cuño que, cuando aún no cumplía los treinta años, colaboró estrechamente con el gobierno del Presidente Allende. Siempre he defendido esa identidad. Formé parte de una generación que se formó al calor del triunfo de la Revolución Cubana y la vía al socialismo propuesta por Allende y de la unidad de los trabajadores, encabezada por dos grandes partidos, el Partido Comunista y el Partido Socialista, en el que hasta hace poco he estado inscrito. Mi generación vivió la fantástica esperanza que encarnó la Unidad Popular chilena, luego la dictadura, la persecución y el exilio, y posteriormente el complejo y lento proceso de reestablecimiento de derechos democráticos que está aún lejos de terminar.
Sigo con expectativa y confianza la nueva era que se ha abierto en América Latina, con gobierno de impronta autónoma, antineoliberal y latinamericanista. Son procesos diferentes pero encuadrados en igual matriz: la liberación de nuestros pueblos, su libertad, la igualdad entre los ciudadanos. Me siento solidario con todas esas experiencias diferentes, entre ellas la de su Venezuela, nuestra Venezuela Bolivariana, cuyo gobierno Ud. encabeza con coraje y decisión. Su rol en el desarrollo de un nuevo movimiento popular latinoamericano ha sido indispensable. Y lo sigue siendo.
Allende, que proponía para Chile una vía no armada, hizo suyas las luchas de otros pueblos latinoamericanos que en los años 60 y 70 propulsaban la lucha armada. De Allende aprendí que cada pueblo debe definir su propio camino de lucha según sus circunstancias, que no hay modelos únicos ni recetas que puedan trasladarse de una a otra realidfad. De su experiencia en el gobierno, en el que tuve el honor de dirigir el proceso de nacionalización del cobre, aprendí también que no hay diseños perfectos en la lucha social y política y que la izquierda chilena cometió errores, generó ambigüedades y no siempre acertó en sus opciones. Siento que lo importante es un horizonte y la voluntad de ir construyendo un camino que no aparece aún en las cartografías conocidas y que, por eso mismo, deben muchas veces corregirse o perfeccionarse.
Con esta perspectiva de allendista sincero, de socialista de toda una vida, es que deseo hacerle llegar el libro que he mencionado. Y decirle también cómo aprecio el aporte significativo que Ud. ha hecho a todos los latinoamericanos, en particular al abrir una nueva perspectiva a nuestra lucha y al sembrar una vez más esperanza y confianza en nuestra acción colectiva y en las ideas del socialismo en el siglo XXI.
Se que en las próximas semanas enfrenta Ud. y su gobierno un nuevo desafío electoral. Deseo sinceramente que en ese próximo evento democrático del 15 de febrero, la voluntad mayoritaria del pueblo venezolano, el único legítimamente habilitado para definir libremente su propio futuro, se incline a su favor. Así lo ha hecho ya muchas veces. Estoy cierto que lo hará una vez más.
Soy un allendista de viejo cuño que, cuando aún no cumplía los treinta años, colaboró estrechamente con el gobierno del Presidente Allende. Siempre he defendido esa identidad. Formé parte de una generación que se formó al calor del triunfo de la Revolución Cubana y la vía al socialismo propuesta por Allende y de la unidad de los trabajadores, encabezada por dos grandes partidos, el Partido Comunista y el Partido Socialista, en el que hasta hace poco he estado inscrito. Mi generación vivió la fantástica esperanza que encarnó la Unidad Popular chilena, luego la dictadura, la persecución y el exilio, y posteriormente el complejo y lento proceso de reestablecimiento de derechos democráticos que está aún lejos de terminar.
Sigo con expectativa y confianza la nueva era que se ha abierto en América Latina, con gobierno de impronta autónoma, antineoliberal y latinamericanista. Son procesos diferentes pero encuadrados en igual matriz: la liberación de nuestros pueblos, su libertad, la igualdad entre los ciudadanos. Me siento solidario con todas esas experiencias diferentes, entre ellas la de su Venezuela, nuestra Venezuela Bolivariana, cuyo gobierno Ud. encabeza con coraje y decisión. Su rol en el desarrollo de un nuevo movimiento popular latinoamericano ha sido indispensable. Y lo sigue siendo.
Allende, que proponía para Chile una vía no armada, hizo suyas las luchas de otros pueblos latinoamericanos que en los años 60 y 70 propulsaban la lucha armada. De Allende aprendí que cada pueblo debe definir su propio camino de lucha según sus circunstancias, que no hay modelos únicos ni recetas que puedan trasladarse de una a otra realidfad. De su experiencia en el gobierno, en el que tuve el honor de dirigir el proceso de nacionalización del cobre, aprendí también que no hay diseños perfectos en la lucha social y política y que la izquierda chilena cometió errores, generó ambigüedades y no siempre acertó en sus opciones. Siento que lo importante es un horizonte y la voluntad de ir construyendo un camino que no aparece aún en las cartografías conocidas y que, por eso mismo, deben muchas veces corregirse o perfeccionarse.
Con esta perspectiva de allendista sincero, de socialista de toda una vida, es que deseo hacerle llegar el libro que he mencionado. Y decirle también cómo aprecio el aporte significativo que Ud. ha hecho a todos los latinoamericanos, en particular al abrir una nueva perspectiva a nuestra lucha y al sembrar una vez más esperanza y confianza en nuestra acción colectiva y en las ideas del socialismo en el siglo XXI.
Se que en las próximas semanas enfrenta Ud. y su gobierno un nuevo desafío electoral. Deseo sinceramente que en ese próximo evento democrático del 15 de febrero, la voluntad mayoritaria del pueblo venezolano, el único legítimamente habilitado para definir libremente su propio futuro, se incline a su favor. Así lo ha hecho ya muchas veces. Estoy cierto que lo hará una vez más.
Con saludos fraternales y allendistas,
Jorge Arrate
Socialista
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