Esteban Silva analiza el delicado momento de las relaciones entre Lima y Santiago.
Diario Siete,
Santiago, 11 de Noviembre de 2005
La noche del lunes el Presidente de Perú, Alejandro Toledo, se recluyó en el Palacio Pizarro con sus ministros para analizar las incesantes noticias que llegaban desde Santiago sobre la detención de Alberto Fujimori. A esa hora, el Mandatario pidió que se llamara a Esteban Silva, chileno, socialista y su ex asesor hasta agosto de 2002 en materias sociales. Toledo necesitaba un buen contacto con Chile para saber a qué atenerse. Silva debió renunciar por la presión de sectores políticos limeños que no concebían que un “roto” asesorara al jefe de Estado justo cuando empezaron los reclamos de Lima por el límite marítimo. Hasta lo llamaron “espía”. Conocedor de la realidad peruana, hoy habla con Diario Siete sobre el difícil momento por el que atraviesan las relaciones bilaterales.
¿Cómo fue enterarse en Lima que Fujimori estaba en Chile?
-Fue como una bomba de racimo. Lo raro es que ese día estaba convocada una movilización de adherentes a Fujimori. Claramente, estábamos en presencia de una concertación: Fujimori llegó a Chile justo cuando estaba esta convocatoria hecha por los medios de comunicación.
¿Fue una operación?
-Era parte de un diseño estratégico: la prensa internacional iba a registrar imágenes de respaldo a Fujimori en las calles de Perú.
-Las autoridades chilenas fueron sorprendidas. ¿En Perú había sospechas de que llegaría a Chile?
-No públicamente. Existía la posibilidad de que se desplazara de Japón, pero nadie imaginó que llegaría de manera tan osada a Chile. Todos están sorprendidos, pues llegó a un país con el que Perú tiene una situación bilateral de tensión.
¿Cómo se enteró Toledo?
-Le avisaron sus ministros que recibieron la información de INTERPOL y de las autoridades de migraciones de Chile.
¿Y cómo reaccionó?
-No es bueno interpretar las reacciones que pueda tener un Presidente, salvo que se esté cerca en ese momento. Pero hubo mucha impresión.
Justo cuando todavía había réplicas por lo del límite marítimo. ¿Cómo se interpretó esto?
-Primero, hubo confusión porque no fue detenido al llegar. Al principio se generó la idea de que Chile estaba protegiendo a este señor, pero la reacción de detenerlo impidió que el error inicial se leyera de mala manera, como eran las suspicacias de parte de la opinión pública peruana. Eso se despejó cuando se le negó la libertad.
¿Qué se espera de Chile y del Presidente Lagos?
-Coincido con Ricardo Núñez (PS) en que lo ideal era que a Fujimori se le declarara persona non grata y se le hubiera puesto en manos de las autoridades peruanas. Pero como eso no ocurrió, lo que se espera es que Chile dé señales claras de que Fujimori no fue invitado por el gobierno de Chile, y segundo, que no es bienvenido.
-Pero debe haber expectativas más concretas...
-La mejor señal es que el proceso de extradición vaya lo más rápido posible. A ratos no se distingue el nivel de autonomía que tiene la Corte Suprema y eso genera susceptibilidades. Se espera que la vuelta de Fujimori a Perú para enfrentar los tribunales sea rápida. Se han valorado mucho las palabras de Michelle Bachelet, de otros dirigentes y las del PS, como partido de gobierno, en el sentido de que era bueno expulsarlo.
¿Es cierto que en Perú se teme un “Síndrome Pinochet”?
-El primer temor era que se fugara y que no se aplicara la orden de captura internacional. Y existe la preocupación legítima de organismos de derechos humanos de que Fujimori, al llegar al Perú, despliegue una estratagema para evitar ser juzgado. Es posible que planee una suerte de defensa política para dilatar los procesos y acumular fuerzas para salir impune. Confío en que la extradición será contundente y lo traiga al Perú, por los crímenes de lesa humanidad que no prescriben en ningún lugar del mundo. Eso significa que se le podrían formular cargos en Chile, si no hay extradición.
¿Se ha homologado esto con la fallida petición de extradición de Andrónico Luksic?
-No es homologable. Fujimori fue Jefe de Estado, que escapó del país, que se instaló en Japón asumiendo la ciudadanía nipona, que tiene 21 cargos, que ha sido inhabilitado por el Congreso de Perú. Lo único que corresponde es cumplir el derecho internacional. Hay que generar los mecanismos para que un prófugo se ponga a disposición de los tribunales.
¿Se aplica eso también a Luksic?
-En el caso de los ejecutivos de Lucchetti hay una orden de tribunales peruanos que los impele a presentarse a declarar y eso tiene que ser cumplido. Nadie puede pensar que el Poder Judicial chileno no va a ser autónomo para resolver la extradición de Fujimori, pero lo mismo corre para el Poder Judicial del Perú, que será autónomo en el caso de Lucchetti.
-Pero en Perú se ha dicho que existe un mal precedente con Lucchetti y las extradiciones denegadas de ex colaboradores de Fujimori, como Daniel Borobbio y Eduardo Calmell del Solar, ex director de El expreso.
-Ciertamente existe preocupación por el hecho de que en esos casos no se logró la extradición, pero Borobbio y Calmell del Solar particulares acusados de estar coordinado con funcionarios públicos para delinquir.
-Se dice que Fujimori le llegó en un “buen momento” a Toledo, por su baja popularidad...
-El gobierno de Toledo está terminando. Los réditos están repartidos en las distintas fuerzas políticas. Partidos que en el año 2000 apoyaron la candidatura de Toledo, hoy están en la oposición, por lo que no se puede colegir que esto va a levantar la popularidad del Presidente; lo que sí ocurrirá es que va a cohesionar a sectores de gobierno y oposición para cuando Fujimori comparezca ante los tribunales. Además, todavía no se sabe quién ser{a el candidato o candidata de Perú Posible, por lo tanto menos se puede pensar que esto va a significar un traspaso de votos a quien represente al continuismo.
¿Fracasó el proyecto político de Toledo?
-Las cifras son contundentes. Quedaron un conjunto de cosas pendientes en materia de democratización y reformas. Y los datos son claros, la adhesión a Toledo bajó significativamente.
¿Qué falló?
.Faltó un nivel de concertación política y de acuerdos en política económica más amplio. Hay logros, pero evidentemente es prematuro hacer una proyección de este gobierno. Pero el dato concreto es que las fuerzas que dieron origen a esta candidatura hoy están en una posición distinta.
¿El diferendo limítrofe le sirvió?
-La posición peruana ha generado cohesión en todas las fuerzas políticas tal como en Chile todos los sectores se alinearon con el Presidente Lagos. Lo peor que nos puede pasar como chilenos es seguir dando la espalda a la realidad. Esto no sólo es resultado de la visión peruana, sino también de la tesis del “no problema”. Cuando dices que no tienes ningún conflicto y dos de tus tres vecinos señalan lo contrario, entonces hay un dato objetivo que enfrentar más allá de la justeza de nuestros argumentos. Lo mismo pasa con la reivindicación marítima boliviana: estos temas serán la gran agenda de Chile en el siglo XXI.
¿Cómo se evalúa en Lima que Bolivia esté reclamando la misma zona marítima?
-Se señala que no es posible que Chile resuelva el límite marítimo con Perú. En algún momento junto con un Dos más Dos, vamos a necesitar un Tres más Tres.
¿Perú podría suspender su reclamo a cambio de sentarse a la mesa?
-Es que ambos gobiernos están terminando y cada uno ya ha señalado cuál es la posición de los respectivos países. Son los próximos gobiernos los que van a tener que sentarse a hablar.
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